lunes, 31 de agosto de 2009

ACTIVIDADES DEL AREA DE COMUNICACION

Estas son algunas de las actividades que se vinieron realizando como parte de las actividades del Area de Comunicación de la I.E. 1224

CONCURSO DE ARGUMENTACION Y DEBATE
TEMA : ¿Cómo salir de la crisis?




CONCURSO DE GRAFITIS
Tema: La conservación del medio ambiente












jueves, 13 de agosto de 2009

MAS Y NUEVOS RELATOS



EL OTORONGO PIDE AYUDA

Cuca era una linda guacamayo de nuestra amazonía. Una tarde, después del almuerzo, buscó a su amigo piquico para acudir a los acantilados en busca de la curativa arcilla.

“Me hará bien porque he comido mucho fruto verde”, le dijo Cuca, al referirse a las collpas o tierra salada que sirve de remedio a loros, pericos y papagayos de la selva. Desplegando sus multicolores alas, llegaron al lugar ya repleto de verdes, rojas y amarillas aves que con sus picos curvos, devoraban los terrones de arcilla como si fuese una deliciosa torta de chocolate.

Luego de bañarse con los últimos rayos del sol, Cuca y Piquito volaron de regreso a casa. Ya iba a anochecer y eso era peligroso para ellos. Estaban a media ruta cuando extraños ruidos les obligaron a detenerse. Curiosos, asomaron por la copa de un árbol y se alertaron al ver que un inmenso otorongo pugnaba por escapar de una trampa puesta por los malvados depredadores. Sangraba de una pierna y el pobre animalito, suplicaba les rogaba: “No tardarán en volver y me llevarán para venderme a un circo, por favor, ayúdame”.

Los guacamayos dudaron. Podía ser una treta del otorongo para comérselos, pero si demoraban al tratar de ayudarlo, ellos corrían el peligro de ser devorados por otras fieras. Iban a marcharse, cuando Cuca frenó a Piquito y le dijo: “Recuerda que los animales de la selva debemos estar unidos para no ser exterminados. Todos nos debemos unos a otros”.Piquito se sintió orgulloso de su amiga. Bajaron donde estaba la trampa y con sus tremendos picos, con habilidad y deseo de ayudar, pudieron liberar al gran otorongo, cuyas fauces estaban tan cerca de los guacamayos, que podía tragárselos si éste se lo proponía.

Se despidieron como grandes amigos. Días después, cuando Piquito anunciaba su amor a Cuca, en un árbol de cedro, una red los atrapó, inmovilizándolos. Se sintieron morir. Los depredadores festejaban su fechoría, cuando un terrible rugido pareció emanar de las entrañas de la tierra. ¡Era su amigo el otorongo!, haciéndolos huir despavoridos. No sólo a sus picudos amiguitos, sino también a monos , charapitas y a un brioso lobo de río. Felices y a salvo, todos se fueron a festejar la boda de los valientes Cuca y Piquito.

FIN

Autor: Hequer Reynozo Falcón 4to B


LA MUCHACHA Y EL CONDOR

Había una vez, en un pueblo de la sierra, un hombre que amaba mucho a su hija.

La hija solía llevar a pastar las ovejas, las llamas y los otros animales.

Todos los días venía a visitarla un joven guapo. Llevaba un traje negro, una camisa blanca y sombrero. Al cabo de un tiempo, el joven y la muchacha se hicieron buenos amigos. Hablaban y se divertían, mientras los animales pastaban en el campo. Un día el joven le dijo: “arrójame al aire y yo haré otro tanto contigo”. Así comenzó el juego. Pero, cuando él la alzó, ella pudo volar.

En realidad, el joven era un cóndor bajo la apariencia humana. Llevó a la jovencita al barranco y la puso en un alto nido. Por dos meses la cuidó, ofreciéndole todo tipo de carne: cruda, asada y cocida. Un año pasó y la jovencita se convirtió en su mujer, dándole entonces un niño.

Pero la pobre lloraba día y noche porque extrañaba mucho a su padre. Se preguntaba todos los días: “¿Cómo puede mi padre vivir tan solo? ¿Quién lo cuidará? ¿Quién está haciendo que pasten mis ovejas y mis llamas?” Le dijo entonces al cóndor: “¡Devuélveme a mi casa, quiero ver a mi padre!” Suplicaba y suplicaba, pero el cóndor no le hacía caso.

Un día un picaflor llegó al barranco en busca del néctar que tanto le gustaba. La mujer, sorprendida al ver a otro pájaro, le dijo: “Picaflor, picaflor, con tus alas pequeñitas, no hay nadie como tú. No puedo bajarme de este nido. El cóndor me trajo a este barranco hace un año y ahora soy su mujer y éste es mi hijo”.

El picaflor le dijo a la mujer: “Escúchame, no llores, te ayudaré. Esta noche iré a la casa de tu padre y le contaré todo. El vendrá a buscarte”. La mujer, muy agradecida, le dijo al picaflor: “Escucha picaflor, tú sabes dónde esta mi casa. Allí tengo un jardín lleno de flores hermosas. Te prometo que, si me ayudas escapar, todas las flores serán tuyas.”

Esa misma noche el picaflor voló al pueblo y le dijo al padre: “He visto a tu hija. Está en un nido en el barranco, cerca de aquí. Es la mujer del cóndor, pero está muy triste. Quiere volver a casa, pero será muy difícil bajarla. Necesitamos llevar un burro viejo”. El picaflor le explicó su plan al viejo, mientras los dos fueron a buscar el burro.

Más tarde el padre, acompañado por el picaflor, llegó al barranco. Dejaron el burro viejo y flaco en el fondo del barranco, como si estuviera muerto. Pasó un rato y el cóndor lo vio. Mientras se lo comía, el picaflor y el viejo subieron al nicho y bajaron a la mujer. Después, llevaron dos sapos (un pequeño y el otro grande) y los dejaron allí en el nido. El padre y su hija volvieron felices a su pueblo. El picaflor se fue a donde estaba el cóndor y le dijo: “¡Oye, cóndor, no sabes que ha pasado en tu casa!” “¿Qué pasó?”, respondió el cóndor. El picaflor le dijo: “¡Tu
mujer y tu hijo se han convertido en sapos!”

El cóndor se fue volando hacia su casa y cuando llegó, vio que ni la mujer ni su hijo estaban en el nido, sino solamente dos sapos. Abatido, el cóndor volvió a su vida de cazador y el picaflor todavía está en la casa de la mujer bebiendo el néctar de sus flores.

LA DAMA Y EL VIAJERO

Cuando me disponía venir a Lima conocí a don Guillermo, que muy amablemente me invito a subir a su camión en donde transportaba cereales a la capital desde Huancavelica; subí en la Oroya. Le dije que tenia el mismo nombre de mi abuelo ya fallecido, que también se dedicaba en sus años de juventud a viajar transportando alimentos de Huancayo a Huancavelica y viceversa.

Te cuento lo que me paso en el pueblo de Pampas, cuando viajaba para Huancayo trayendo carga –me dijo.

“Cuando salía de Pampas, ya muy de noche y bajo una interminable lluvia, pude avistar a una mujer en el camino; ella iba caminando muy lentamente en la carretera, debiste verla con aquel vestido blanco totalmente empapado. Frene suavemente pues también iba despacio por el mal estado de la carretera.

Le hice una señal para que suba al camión y así pudiera protegerse de la lluvia, ella asintió y se sentó en el mismo lugar en donde estas tú. Era una mujer muy joven y bella, al verla en esas condiciones le ofrecí mi casaca para que pudiera abrigarse, me agradeció y en su rostro vi dibujada una sonrisa tierna.

Al acercarnos al poblado la Mejorada, ella me pidió bajarse del camión; pues tenía familia allí. Como aun llovía y era apenas las dos de la madrugada, le dije que se quede con mi casaca, que en otro momento iría por ella. Solo le pedí la dirección de su casa.

Pasó una semana y cuando volví a la Mejorada, fui a buscarla hasta su casa. Grande fue mi sorpresa cuando salió su madre y me dijo que Virginia -así me dijo que se llamaba-, había muerto hace diez años atrás. Precisamente en un accidente de carreteras, cuando el bus que los transportaba de Pampas se fue directo al barranco; en el lugar donde la recogí.

Yo no le creí a la señora y pensé que se querían quedar con mi casaca. Para confirmar los hechos, su madre me llevo hasta el cementerio del pueblo y allí pude corroborar que en verdad la joven y bella Virginia estaba muerta. La fotografía en el nicho era la misma chica que vi hacia como una semana. Pero lo que más me sorprendió, fue ver mi casaca a un costado, junto al nicho de la joven. Su madre no tenia explicación alguna por lo sucedido, solo me dijo que era la cuarta vez que pasaba eso; habían preguntado por su hija que había subido al camión en la carretera a Pampas.”

Quisa sea un relato cierto, porque mi abuelo Guillermo me contó lo mismo. Para poder confirmar esta historia fascinante, viaje hasta el poblado la Mejorada en Huancavelica, no busque precisamente el domicilio de la joven Virginia; sino me fui directamente hasta el cementerio y busque su nicho toda la mañana de un sábado de Junio del 2000.

Cuando me sentía desanimado y listo para salir del lugar, vi algo que me llamo la atención. Me acerque rápidamente hasta aquel sitio y note algo al costado de un nicho; era una bolsa, y dentro de ella pude ver una chompa de alpaca de color marrón y franjas blancas. Era el nicho que estaba en un extremo del cementerio, casi escondido, casi olvidado. En la lapida semidestruida pude distinguir el nombre de Virginia Matos, fallecida en 1989. Aunque no pude ver la fotografía.

Deje las cosas en su lugar y salí del cementerio, ya era de tarde; sentí el deseo de ir a la casa de Virginia. Al volver a Huancayo me preguntaba ¿Cómo pudo llegar aquella bolsa con una chompa hasta ese lugar? ¿Por qué precisamente ahora que fui a confirmar la historia? ¿Será que Virginia me tenía algo preparado como bienvenida? Quizá apenas haya sido una mala pasada de mi imaginación.

PRUDENCIA

Don Pablo Monge llevaba una vida despreocupada, un tanto desordenada, muy libertina, llena de invitaciones, jaranas, fiestas y en fin, la vida fácil de las personas de aquellas épocas, que poseían bienes y querían vivir la vida intensamente. Un día su esposa lo hace reflexionar y le dice muy cariñosamente Pablo, tú llevas una vida muy desordenada, es tiempo de que vivas ya con Prudencia.

Bueno hija, así lo haré.

A los pocos días, don Pablo Monge desapareció misteriosamente de su fundo y nadie sabía de su paradero, pues había fugado con rumbo que él solo conocía. Hicieron indagaciones, lo buscaron por todas partes, pensaron que le había sucedido lo peor; en fin, un mar de lágrimas su esposa e hijos, hasta que un día recibieron la noticia de que el famoso Pablo estaba conviviendo por los parajes de Izcuchaca con una bella damisela que se llamaba Prudencia. Cuando la esposa le recriminó su infidelidad se justificó diciendo:

Me dijiste muy claramente que vaya a vivir con Prudencia y te hice caso, pues me has encontrado viviendo con ella.

RAYUSCCA

Por las alturas de Mashuayllo hay un pueblito que se llama Jatunpampa, que quiere decir pampa grande; por ese lugar hay un camino que conduce a Chinchipampa; aquel viene desde Chanti y pasa hasta Tucuma. Hace muchos años fue un sendero guijarroso, bordeado de espinos y abismos extravagantes con rumbo sinuoso, paso obligado para los habitantes del lugar. Desde sus crestas visibles y altas grietas se divisa las profundidades de la quebrada del río Huanchuy como una hilacha que después de estrellarse de peña en peña va a dar entre las turbias aguas del Mantaro.

El viento tibio más ágil deja oír por instantes el rumor del río y se eleva sutilmente hasta alcanzar lo más fragoso de la cordillera de las montañas, llevando consigo la niebla hasta coronarlos con nubecillas aisladas durante el día, tan afanoso cual sube y baja. Ya en las tardes las cumbres se tornan grises y el frío es intrépido, la niebla densa penetra hasta los rincones más escondidos de las casas y el suelo es húmedo que rápido levanta los mohos en las piezas y el óxido en los metales.

En las épocas de invierno serrano, el viento zumba y silba en el ichu; en turbiones cae el fuerte aguacero y los relámpagos iluminan intensos el horizonte. Cuando es más intensa la lluvia, la chispa eléctrica con eficacia llega a la tierra frecuente con estruendoso ruido, haciendo de la tempestad un ambiente lúgubre y funesto, obligando a los lugareños a esconderse en sus casas. Las noches se tornan lóbregas y las espesas nieblas envuelven todo, que no permite abarcar la mirada a un metro; todo se torna tenebroso; los granizos chancan musicalizando los tejados y las goteras monótonas de los aleros forman torrentes turbios formando aniegos en los desniveles del camino.

En el tramo del camino entre Jatunpampa y Chinchipampa, hay un lugar, ahora funesto, entre rocas enormes y arbustos del lugar. Hace algún tiempo atrás una joven pareja de casados, que tenían un pequeño hijo como de cuatro abriles; asentaron sus vidas en ese lugar; habían heredado una parcelita de terreno de sus ancestros, hicieron una casita pequeña debajo del camino. Era una casita solitaria, la única en el lugar construida con mucha esperanza; empezaron a cultivar sus tierras y a la par criar una vaquita, dos cabras y un carnero. Cada vez que bajaban al pueblito, en las tardes los veían volver casi entre dos luces, llevando al niño de la mano rumbo a su casita solitaria, dando venias atentas a quiénes se cruzaban en el camino; era una pareja muy misteriosa poco sociable.

En una de esas noches que dicen de los difuntos; las cumbres se encendían con los relámpagos, las nubes negras lloraban en turbiones y cada vez era más fuerte la lluvia. El tronar de los rayos era más intenso y continuo como si la artillería del cielo hubiera encendido el fuego de la guerra y cobrar vidas en venganza. El viento huracanado recogía el lúgubre aullido de los perros y se dilataba temblando entre los roncos rigores del cielo; todo parecía avizorar un funesto presagio. Los niños trémulos se aferraban a sus "cawitos" y los ancianos sentían caer el cielo – Nunca ha pasado esto -- decían mirándose tras la tenue luz de las velas – Es castigo de Dios por culpa de ese Leupucha que se metió con su prima no más -- murmuraban otros.

El “ataque” se hacía interminable cuando al dar la media noche, todo lentamente volvió a la calma, alejándose los truenos como un tropel de llamas sobre el cielo oscuro hasta dejar solo el sonido monótono de las goteras cercanas que herían los oídos. Todos quedaron dormidos como entumidos por el susto.

La mañana siguiente los pacíficos pobladores recibieron la alarmante noticia de un madrugador labriego; pálido y como fuera de si llegó al caserío, manifestando la tragedia de la pequeña familia que ya no es; el padre muerto, la madre muerta, el pequeño hijo muerto también, habían sido fulminados por un destructor rayo. De la pequeña casita quemada aún humeante; se levantaban negras las ruinas de los muros; había sido consumido por el fuego. Enterraron los restos calcinados de los pobres desdichados que vivían cual parias, y desde esa inolvidable tragedia bautizaron a ese tétrico lugar como Rayuscca – Lugar donde cayó el rayo.

Cuentan los pobladores de Jatunpampa, que cada vez que se producen similares tormentas, ven pasar en la noche por el camino con paso monótono, a una pareja de esposos llevando de la mano a un niño, en medio de la lluvia insaciada camino a Rayuscca, gimiendo cantos fúnebres en las noches de Todos los Santos…

EL GALGO DE UYSUS

De cualquier parte de Pampas, si elevas la mirada hacia el norte, observarás un alcor de singular performancia, parece un picacho, concluye en una puntita, y hasta alguna vez confundieron con un volcán; ese cerrito que a la distancia se ve, se llama Uysus. Por sus al rededores en las partes bajas bufandean lugares como Ccasapata, Qonchapallana, Pueblo Libre, etc.

Uysu, para los quechuas, es el codo que forma el mango de la chaquitaclla en su parte más alta. Los antiguos lo llamaron así, por tener el cerro la forma de codo; pero castellanizado lo llamaron Uysus; pareciera tocar el cielo. Por su singular forma se ve cual atalaya, del que se domina todo el valle y hasta se controla la imagen del majestuoso Yanapadre; en cuyas laderas reposa el ancestral e inolvidable Viñas. Los antiguos pobladores ocuparon las zonas más altas en su propósito de controlar sus ganados y siembras; de ese modo, también no eran vulnerables a las inundaciones y huaycos, además infranqueables para las épocas de guerra.

Al caer el imperio Wari en los albores del siglo XII D.C.; los Chancas entraron en apogeo; poblaron principalmente las regiones de Apurímac, Ayacucho y gran parte de Huancavelica. A diferencia de los waris que tuvieron ciudadelas; los Chancas vivieron en pequeñas comunidades proliferadas en las partes más altas de los lugares que estaban bajo su dominio; tenían dos jefes de comunidad, uno para la época de paz y otro para la guerra; tal es así que en su intento de querer expandir sus dominios hasta la región Cuzco, fueron derrotados en una cruenta batalla por los Quechuas; quienes al mando de Pachacútec sometieron todos los dominios Chancas, desapareciendo para siempre esta cultura en los epílogos del siglo XIII; cuando en el viejo mundo, La Santa Inquisición hacía de las suyas.

En Uysus existen vestigios de pobladores antiguos; hay ruinas de construcciones circulares de piedra y barro; tan igual que en Ayaorcco; cuevas donde sepultaban sus muertos en las partes inaccesibles, con restos humanos y de vasijas de barro; hasta un enorme molino de piedra; posiblemente de la Cultura Chanca. Los lugareños que tientan llegar a esos lares, hacen sus pagas para evitar los daños y rendir pleitesía al Apu, dios tutelar de la cultura andina. Al llegar los españoles, lo consideraron como dominio de los gentiles y para librar al gran Uysus del espíritu de los demonios, obligaron a muchos indios de la zona y a fuerza de sometimiento hicieron colocar una enorme cruz de madera en la misma cumbre como señal de aplastamiento, un dios sobre otro. Hasta hoy los pobladores de Hualhuayocc veneran cegados por la fe católica y levantan todos los años llevados por los quirmas a tan accidentado lugar como prueba de fe, valor y fortaleza.

Entre esos riscos cubiertos de espinos, charamuscas, tayas, cactus y abundante ichu que han cubierto casi por completo las ruinas; se chamuscan muchas historias y cuentos repletos de tetricidad y aventuras como la que sucedió hace algunas décadas atrás, cuando por entonces las cosechas de cebada, trigo y otros cereales se hacia mediante el pisoteo de baile, llamado Huaylas de trillar; hombres y mujeres de toda edad se reunían en las noches de luna y bailaban sobre el producto tendido en las pampas preparadas especialmente, llamadas “eras”; cantando los festivos jarawis y calentados por algún licorcito de la zona.

Era una de esas noches de plenilunio, el viento de la tarde otoñal había dejado límpido de nubes el cielo andino; en esa cumbre cubierta de frío serrano se habían apagado los trinos y encendido los grillos. A lo lejos se oían uno que otro alarido monótono traídos por alguna ligera ráfaga de viento viajero que se perdía en las crestas de los abismos del gran Uysus.

Todo estaba en calma, los jóvenes iniciaron con la faena de trillar la cebada del viejo Abraham; los varones provistos de palos curvos para golpear la cebada y las mujeres con unas horquetas para voltear la paja. El silenció se alejó del lugar por los cantos y jarawis propios de la costumbre ancestral, se formaron las rondas y todos a triscar. La noche estaba despierta en aquel pequeño lugar del planeta; el disco plateado de la luna se arrimaba hacia el cenit borrando cada vez más la pálida sombra de las montañas orientales. Los macctas seguían con su faena infatigable y las pasñas cantaban hasta ronquear sus gargantas que solo se remediaban con un trago de caña.

Era preciso un descanso, todos se pusieron a picchar su coquita, entre risas y chascarrillos; en un instante el silencio empezó a reinar, sin presagiar que a esa hora de la noche, cuando la luna ya se colgaba en lo más alto de la bóveda estrellada, se oyó de pronto por las crestas de Cullcusmoqo un silbido agudo y profundo que hizo resonar a los cerros con su eco; todos estremecidos empezaron a temblar por el extraño y horrible chiflo que por los oídos penetraba hasta sentirlo en la médula de los huesos; el aire empezó a zumbar y chocar estrépitamente contra el tejado de las casas y como en fracción de segundos desapareció. De pronto y ya más cercano se levantó un alarido tremendo que parecía un grito de dolor arrancado de las entrañas de la humanidad con horror, hasta formar los ecos lastimeros en las montañas. Los perros de las casas aledañas al camino saltaban en jaurías a destrozar al “viajero”, pero extrañamente volvían a sus casas gañendo como si pegados por una pedrada. El ambiente se tornó tétrico, nadie decía nada, sus cabellos estaban hirsutos de horror; en unos instantes todo pareció animarse, pero con un movimiento galvánico que imprime a la muerte contracciones que parodian a la vida y como si entre sueños se volviera a la calma; todos se miraron unos a otros – imataq chayqa- ¿Qué cosa es eso? – se decían; mezclando sus sentimientos entre asombro y horror observaban atónitos la entrada del camino que sigue a Cheqchecancha a pocos metros de la “era”, separado por una acequia.

Una vez calmado el ambiente, comenzó a oírse un acorde lejano de pisadas sigilosas que pudiera confundirse con el zumbido del aire; pero que cada vez se hizo más perceptible y apareció tras una sombra, una silueta casi inofensiva de un enorme perro galgo de color negro; sus largas orejas y colgantes era vistoso a la luz lunera; detuvo por un instante sus patas largas y continuó misteriosamente su camino después de echar una mirada brillosa. Teodomiro; el de la barba roja, se levantó como impulsado por un resorte, cogió su palo curvo y se fue tras el “animal” ante la mirada atónita y espantada de los trilladores.

En el recodo del camino ya estaba por alcanzar a la enorme “bestia” para golpearlo, cuando éste se detuvo; empezó a sentir temor el osado gañán; pero su miedo luchaba aún con su valentía de ebrio, se acercó más, pero, fue grande su horror al ver el rostro del “galgo”, sus blancos colmillos sobresalían de sus descarnadas mandíbulas, de las oscuras cavidades de los ojos de su calavera brillaba una extraña luz de fuego y tenía un olor nauseabundo. Sus nervios saltaron por una emoción tétrica, chocaron sus dientes, le asaltó un temblor corporal imposible de controlar, hasta sentir un frío profundo que caló sus huesos, con violencia latió su corazón y al zumbar agudamente sus oídos, cayó a tierra sin conocimiento y no vio más…

Al ver que Teodomiro no volvía, sus compañeros llenándose de valor fueron en su búsqueda y hallaron tirado en el camino sin conocimiento, pálido y botando espuma por la boca sumido en un delirio profundo. Le acudieron con los auxilios primeros, pero se recuperó de los delirios al cabo de unos días.

La noticia se supo en todo ese lugar; pues al día siguiente encontraron por el camino, muchos perros mordidos el cuello por enormes colmillos, desde entonces los lugareños temieron por los perros finos y es costumbre hasta ahora por ese lugar no criarlos. Si vas por Qasapata solo encontrarás en todas las casas, perros chuscos dedicados a la ovejería…

Jatun Pampa o Pampas, capital de la provincia de Tayajjasa o Tayacaja encierra un precioso drama amoroso ocurrido en tiempo de los españoles.

En la salida de esta ciudad rumbo a Huancayo, inmediatamente después del cementerio, se inicia una senda estrecha en la falda del cerro. Al borde del camino existían una casa y varios caserones que según versiones añejas construyeron los españoles para ejercer su dominación. Desde allí como de un atalaya podíase dominar toda la hermosa pampa que entonces se denominaba Jatun Pampa. Asimismo se podía observar la sección Obrajería que existía en las pampas de Quesera y Pamuri.

Relatan los mayores que por esas lugares vivía el capitán Lagos, jefe español que había quedado al frente de su guarnición, cuando pasaron hacia el Cusco por el Camino del Inca que atraviesa precisamente el valle de Pampas y que sube por la rinconada de Atocc.

El lugar por donde se estacionó Lagos se llama PURWAY en la actualidad, pero ese nombre está adulterado, pues data a raíz del siguiente drama:

Existía en esos parajes una aclla o escogida a quien sus admiradores la llamaban PURUN HUAYTA o sea la flor mas fraganciosa y pura. Su corazón pertenecía desde la infancia al ágil y valiente KUSICHE, testigo de sus alegrías y penurias….

El capitán Lagos quería a todo trance interponerse en esos amoríos y burlarse de Purun Huayta procurando hacerla suya. Ella huía como tierna y delicada “taruca”, ligera y grácil como el viento, no permitiendo aceptar ni siquiera una mirada para conservar su alma blanca de fraganciosa flor silvestre.

Las artimañas que tejía el español no surtían efecto hasta que un día resolvió hacerla detener encerrándola en una de sus habitaciones para consumar su apasionado deseo. Pero, al menor descuido de su victimario se fugó la prisionera para, unos instantes después estar ya coronando las alturas de Colesniyocc al lado de su amado indio.

Lagos, loco de rabia montó a caballo y por datos de serviles pongos dio con la pareja por la zona de Sumaccpampa, que ahora se conoce con el nombre de Sumabamba. Y comenzó a chicotear y reventar en el cuerpo de Kusinche las duras riendas (correas de cuero). La lucha era desigual; el indio tratando de quitar la cuerda se balanceó en el aire y cayó de espaldas en el pedregoso camino mientras el caballo lo atropellaba despiadadamente.

Entre tanto Purun Huayta trataba de ganar la quebrada para ocultarse. El capitán, dejando exánime al indio a la vera del camino, siguió tras de su presa, llegando al cabo a dominarla y arrancar la promesa de vivir siempre a su lado.

Llegados luego a Purhuay y mientras Lagos ordenaba que desensíllenla caballo, la escurridiza india nuevamente desapareció sin que el despechado capitán pudiera explicarse. Y como no cedían sus pies para huir lejos por el desfallecimiento de su cuerpo, escogió una roca cercana y se arrojó sobre un monte de cactus espinoso. Así la encontraron pendiente de los brazos de un cactus.

A los dos días de esa tragedia hallaron el cadáver del fornido Kusiche en idéntica posición, con los brazos en alto como implorando venganza por el injusto martirio. De aquí también el nombre quechua legendario del cactus “awaccollay” que quiere decir, el patíbulo de los amantes.

A raíz de este drama, apareció en quechua, el siguiente canto lastimero:

Sumacc pampay yana puyo
Utccay utccay pakaikuway
Yanallaywan lluptirjusacc
Sumabambaywaylla ichu
Simichallanman sullaykamuy
Yanallaymin wañuchkanña
Sumacc pampay chiri wayra
Utccaymanña pukuykamuy
Yanallaywan lluptinaypacc

Traducción:

Negras nubes de Pampa Hermosa
Apresuraos a ocultarme
Para huir con mi amada
Cimbreantes pajonales de Sumabamba
Echad vuestro rocío a los labios
De mi negra que sedienta se muere
Aires fríos de Pampa Hermosa
Soplad, soplad con premura
Para que con mi amada escapar pueda.


Desde entonces Purhuay ha sido lugar tenebroso, al extremo que un solo viajero dudaba atravesar el camino, lo mismo que por esas gélidas pampas de Sumabamba donde creen muchos pobladores haber escuchado en altas horas de noches con estrellas, alaridos espantosos de varón torturado, y gritos y gemidos suplicantes de mujer joven desesperada por el dolor….

LA MUJER QUE FUE LLEVADA POR EL DIABLO


Una vez se fueron tres asháninkas a cazar. En el camino, se encontraron con una serpiente de muchas cabezas. Dos de los asháninkas quisieron buscar palos para pegar a la culebra pero el tercero, que era un vanidoso, dijo que no era necesario atacar al animal con palos sino a mano limpia, como se acostumbra en su pueblo. Así el hombre empezó a tirar puñetazos al animal y a recibir mordidas de este, hasta que murió. Los otros dos asháninkas se asustaron y se fueron. El cadáver fue encontrado por unos gallinazos que comieron un poco y luego enterraron lo que quedaba para seguir comiéndolo después.
Ya en el pueblo, los dos asháninkas contaron a la hermana del vanidoso lo que le había pasado. La mujer al monte a buscar a su hermano. Fue con su perro y un machete. En el camino, el perro se adelantó y se encontró también con la serpiente, subió sobre ella y la mordió. La mujer al alcanzar al perro y ver a la serpiente con varias cabezas, se asustó y quiso regresar. De pronto, se encontró con un hombre quien le propuso llevársela a su pueblo. Ella se negó y él la cargó a la fuerza. La mujer gritaba, pero nadie la oía. Golpeó al hombre y este se convirtió en gavilán, luego, en una serpiente alada que quitó la cushma a la mujer y que quiso llevarla a una cueva. Por último, la serpiente se transformó en diablo, aunque la mujer se defendía, la serpiente la mordió y cayó muerta al suelo, donde inmediatamente vino un gallinazo a comérsela.
En el pueblo, el esposo de la mujer la buscó en casa y no la encontró. Fue al monte y ahí vio las huellas de su esposa. De regresó a casa, comenzó a chupar tabaco con el que tuvo una visión de lo sucedido. Al día siguiente, armado de arcos y flechas fue a la cueva a buscar al diablo a quien encontró con un cuchillo en la mano. El diablo y el asháninka pelearon hasta que el hombre murió.
Más tarde, los curanderos, shiriparis, encerraron al diablo en la cueva de la que ya no puede salir. El cerro, donde está el diablo de varias cabezas, es llamado por los asháninkas Marankitoni.


LOS VIDEOS PRODUCIDOS POR EL AREA DE COMUNICACION

SECCION DE VIDEOS

VIDEO DEL DEPORTE ESCOLAR
http://www.youtube.com/watch?v=2bicJA4JTgU


VIDEO DEL NOTICIERO ESCOLAR
http://www.youtube.com/watch?v=c5U0sjcSwqY

CONFERENCIA SOBRE CALENTAMIENTO GLOBAL (Video)

http://www.youtube.com/watch?v=EkR47UtdVLE

CONCURSO DE CANTO Y POESIA

http://www.youtube.com/watch?v=QyoFhTXJEDE

EL SISMO EN EL PERU PRIMERA PARTE (último)
http://www.youtube.com/watch?v=-wbtOrtjXAg

EL SISMO EN EL PERU SEGUNDA PARTE (último)
http://www.youtube.com/watch?v=o0d8XDVYYqg

EL MITO DE IXQUIC (En estreno absoluto)
http://www.youtube.com/watch?v=WaNBqtUndLc